Hay guiones que nacen de la necesidad de contar algo. Y otros que nacen de la necesidad de que te escuchen. De que te digan “qué valiente”, “qué profundo”, “qué necesario”.
Y ahí es donde el ego se cuela por la puerta de atrás.
Durante el desarrollo de ALIADE, me di cuenta de lo fácil que es disfrazar el protagonismo de compromiso. De convertir una denuncia en una exhibición. De usar el conflicto como espejo, no como ventana.
¿Estoy escribiendo esto porque quiero que se entienda… o porque quiero que me entiendan?
Es una pregunta incómoda. Pero necesaria. Porque el ego no es el enemigo: es parte del proceso. Lo importante es saber cuándo está escribiendo él… y cuándo estás escribiendo tú.